EL BABY GOLF ES EL ÚLTIMO PROYECTO DEPORTIVO DE RANILLAS GOLF

Noticia

11/06/2009

Compartir en:

Fuente:

Heraldo de Aragón

«Enriquece la oferta del club. Tras casi un año de funcionamiento, en el que hemos acercado al aficionado un deporte apasionante, ahora los más pequeños tienen la oportunidad de tomar contacto con los palos de una forma divertida y didáctica», explica Guillermo Goiria, director gerente del campo que explota Geexpark.

El éxito de Ranillas Golf es incontestable. La filosofía con la que se concibió este pitch&putt enclavado en el meandro del que recibe el nombre, donde se concentra la mayor zona verde y de ocio de la capital, era clara: dar a conocer una especialidad que cuenta cada vez con más aficionados que quieren aprender a lanzar la bola al green. Y los números están para ratificar el buen funcionamiento de este trazado que ocupa una extensión de ocho hectáreas, sobre las que el experto Ramón Espinosa diseñó una zona de juego de nueve hoyos par 3: cerca de 1.200 alumnos han recibido clases en los nueves meses que lleva funcionando la Escuela -cursos que se han dividido por trimestres-, y que han arrastrado «a familias enteras, jubilados, amas de casa, escolares (colegio Moliere)... La gente está muy contenta, y el gran desconocido que es el golf cada vez lo es menos. Este es el reto que nos habíamos marcado, y no nos podemos quejar de la respuesta», resalta Goiria.

Son muchos los atractivos que se ofrecen, tanto al novato hasta el experto, para acercarse al meandro. La cancha de prácticas, una impresionante estructura de madera de dos pisos y cristal, que se integra en el entorno, con la Torre del Agua de vigía, ha servido de trampolín para que los alumnos más aventajados se planteen retos más ambiciosos. La Federación Aragonesa ha sido la gran beneficiada, con más de 350 licencias tramitadas por Ranillas Golf, que vive una actividad frenética desde las diez de la mañana, hasta las nueve de la noche (de 9.00 a 20.00, fines de semana y festivos).

El campo se tiñe de un verde intenso, recuperado del rigor de un invierno que no ha mermado presencia de jugadores. El frío ha dado paso al calor, y la flora y fauna se multiplican. También los gritos de júbilo de ocho niños y niñas, de edades comprendidas entre los 3 y 8 años, que desde hace dos domingos, se han convertido en los reyes de Ranillas. «Es increíble, pero los pequeños aprenden muy rápido», resalta el profesional Bertrand Barère, que forma parte del cuadro de profesores del club junto con Miguel Valenzuela, Carlos Cantera y Raquel Carriedo, número uno de la Orden del Mérito Europea en 2001 y primera española en formar parte de le Solheim Cup.

Barère ha puesto en práctica la enseñanza que llevó con su hijo: «El golf es una manera de captar su atención, que te hagan caso. Les ayuda a concentrarse, a a prender», detalla el especialista en técnica mental y de estrategia en el campo. En el Baby Golf los peques aprenden las nociones básicas: «Saber coger un palo, cómo tienen que pegar, qué es el green, la calle... Se manejan con mucho estilo, adquieren un buen comportamiento en el campo y se pueden sumar al juego con sus padres», amplía Barère. Las clases son didácticas y amenas, con juegos que siempre tienen premio. «Los caramelos son las recompensa final», desvela entre risas el entrenador.

Es la penúltima propuesta de Ranillas Golf. La última se espera que se haga realidad a finales de verano: la apertura de la Casa Club, incluida dentro del complejo termal. El recinto incluirá vestuarios, tienda de golf y cafetería, tan reclamada por jugadores y socios, y que terminará de lanzar el recorrido.