LA HIDRATACIÓN EN EL DEPORTE
Fuente:
Colegio Profesional de Fisioterapeutas de Aragón, Autora: Beatriz Lasheras Abadías, colegiado nº 798
Conviene no bajar la guardia en invierno porque no haga tanto calor, el agua es extremadamente importante para nuestro organismo, y más cuando se está practicando ejercicio físico. Pero cuidado, debemos huir tanto de la deshidratación (falta de agua) como de la hiperhidratación (exceso de agua).
DESHIDRATACIÓN
La deshidratación producirá una disminución del rendimiento. Hay que asegurarse de que se está bien hidratados antes de una sesión de actividad físico, beber mientras se realiza ejercicio físico impedirá una pérdida del equilibrio de los electrolitos y la hidratación deberá continuar a lo largo de todo el día y no sólo durante el entrenamiento.
La Asociación Nacional de Preparadores Atléticos (NATA) recomienda beber 554-640 ml antes del ejercicio, 224-320 ml cada 10-20 minutos durante el ejercicio y 554-768 ml por cada ½ Kg perdido durante el ejercicio. Parámetros variables en función del calor, la actividad física y el peso de la persona.
Los líquidos deberán ser básicamente agua y otras bebidas preparadas para la hidratación con un correcto balance electrolítico y mineral.
Durante los momentos de actividad física intensa, temperaturas extremas y duración larga una bebida con electrolitos y carbohidratos es perfecta ya que es indispensable para reponer tanto el agua como sales perdidas.
LA HIPERHIDRATACIÓN
Si bebemos agua en exceso, la función renal puede verse afectada, y los riñones, los órganos excretores por excelencia, no podrán procesar el líquido lo suficientemente rápido, lo que dará lugar a una dilución de los niveles de potasio, sodio y cloro, entre
otros, que están directamente implicados en la actividad contráctil de los músculos.
También puede ocurrir la dilución de dichos componentes en el interior de las células, lo que puede provocar problemas cerebrales, cardíacos o respiratorios.
Estar sobrehidratado no es nada bueno para el organismo, debido a que con un nivel bajo de sodio, el cuerpo empieza a sufrir temblores, y la mente, confusión y pérdida de memoria, y si los niveles siguen disminuyendo se llega al colapso.
El exceso de agua en el organismo ocasiona que los minerales como el potasio, el sodio y el magnesio se diluyan rápidamente en el torrente sanguíneo, ocasionando cansancio, calambres y pérdida de agilidad mental.