«No podemos correr más rápido, pero sí más kilómetros»

«NO PODEMOS CORRER MÁS RÁPIDO, PERO SÍ MÁS KILÓMETROS»

Noticia

24/03/2009

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Heraldo de Aragón

Artemio Echeverribar y Alfonso García, dos zaragozanos que hace un año decidieron lanzarse a preparar una de las carreras de larga distancia más duras del mundo, el MDS, «Marathon des Sables» (maratón de las arenas), que se desarrolla es el Sahara surmarroquí, del 27 de marzo al 6 de abril.

Una prueba que se ha convertido en emblema de superación para 850 deportistas, de más de 30 países, que concurren en un auténtico desafío salpicado de osadía, compañerismo y aventura. El próximo jueves, los dos atletas se desplazarán a Madrid, y tomarán un avión con destino a Casablanca, primera escala de un viaje que continuará hasta Ouarzazate, la puerta del desierto.

La cuenta atrás para la cita ya ha comenzado para los dos aragoneses. «Con nervios», reconoce Echeverribar. Con 16 años se aficionó a correr con los colores del Scorpio, y en la madurez de los cuarenta «encuentro un jugo al sacrificio deportivo». Hace dos años cayó en sus manos un libro escrito por Dean Karnazes, un empresario norteamericano que dejó una exitosa carrera para lanzarse a devorar kilómetros hasta convertirse en un mito vivo del maratón.

Entonces hizo un «acto de fe» y se lanzó a la carrera: bajó su peso de 100 kilos a 70, abordó carreras de mediofondo y fondo, se puso en manos del reconocido fisioterapeuta Paul Knapp que le preparó un plan de entrenamiento y resistencia, y se propuso un reto superlativo: finalizar los 245 kilómetros programados, y repartidos en seis días (con etapas de 20 hasta 80 kilómetros), por el desierto del Sahara, con temperaturas extremas que rozan los 50 grados y descienden en el mercurio hasta el cero. «Mentalmente tengo facultades para sufrir», dice Echeverribar, siguiendo el dictado de Karnazes: «Es mi cabeza lo que me hace continuar».

La autosuficiencia empieza desde el desayuno de la primera etapa. Bien lo saben los atletas, que estos días ultiman la confección de la mochila, su inseparable compañera durante una semana. Alfonso García hizo el domingo la última y definitiva prueba de carga y peso de su macuto, «incluyendo el jamón», resalta el deportista, que pertenece al club de montaña Asamun de Hecho, y que hace dos años se aficionó a las carreras por montaña. Hasta que descubrió el MDS. «Había un hándicap, el dinero. La inscripción para la carrera son 3.000 euros. Luego hay que sumar todo el equipo, el viaje... Redondeando, unos 5.000 euros», detalla. Primero, localizó los patrocinadores que cubrieran el gasto (MTI, BG Eventos, Corinox, Genebre, Altus, Alacer, Hamelin...), y, con el dinero, buscó el «permiso» de su mujer, Beatriz, que le organizó el pasado sábado una fiesta de despedida. «Esto es un desafío personal. Quiero ver si soy capaz de completar esta experiencia única. El cuerpo y la cabeza ya están preparados, con horas y horas de entrenamiento en soledad», apunta.

Los montes de La Muela, La Cartuja, Cuarte, Cadrete, Pinares de Venecia... Escenarios de entrenamiento de los protagonistas que trataban de familiarizarse con un terreno similar al que se van a encontrar desde este fin de semana: piedras, zonas de antiguos lagos secos y, sobre todo, dunas de arena. A su espalda, durante los tres últimos meses de trote intenso, de día y de noche, la mochila que «por recomendación», recalca García, no tendría que superar los diez kilos. En su interior, comida (barritas energéticas y comida liofilizada, principalmente), ropa (gafas, camiseta, pantalón, calcetines, mono de plástico, mallas largas, zapatillas especiales), productos de aseo personal, hornillo, pastillas de fuego y saco de dormir. «Y el agua que nos suministran: nueve litros de agua diarios para la hidratación, alimentación y aseo personal», añade.

Una lucha contra el calor, la distancia, la arena del desierto y la mente. Es lo que les espera a los dos osados aventureros.