A los pies del Manaslu

A LOS PIES DEL MANASLU

Noticia

06/04/2009

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Fuente:

carlospauner.com

«Por fin hemos llegado a los pies del Manaslu. Estamos en Samagon, a una larga etapa todavía del campo base, pero ya podemos ver la montaña en su máximo esplendor. Desde este bello pueblo tibetano podemos observar casi 5.000 metros verticales de hielo y nieve, hasta esa punta colgada en el cielo a 8.163 m de altura. Parece imposible poder estar allá arriba. Tiempo al tiempo.»

«De momento, todavía tenemos que subir hasta el campo base a 4.900 m de altura y hacer un montón de cosas. Aquí en Samagon, hemos tenido que despedir a nuestros porteadores y contratar obligatoriamente a los locales, todos ellos tibetanos. Ello ha obligado a volver a organizar las cargas, puesto que los nuevos son más quisquillosos y no pasan ni un kilo de más. Una vez hecho esto hemos aprovechado para visitar un antiguo monasterio budista cercano y hemos tenido la suerte de poder asistir a una ceremonia matinal, llena de sabor y color. Hemos bebido te tibetano, arrojado arroz como ofrenda y de paso hemos arreglado con el lama su asistencia al campo base dentro de unos días para que realice la ceremonia de la Puya. Ha sido una mañana soleada, con algo de viento, envueltos por los mantras y sonidos del monasterio y siempre bajo la atenta mirada de la montaña del espíritu, el Manaslu.

También ha sido un día diferente, desde el punto de vista de que no hemos tenido que caminar como todos estos días atrás. Por contra, mañana nos espera la etapa reina de esta aproximación. Tendremos que subir los 1.500 m de desnivel que nos separan de los 3.400 m actuales a los 4.900 m del campo base definitivo. Va a ser una dura pechada, no tanto por el desnivel, ya de por sí importante, sino porque nos moveremos todo el tiempo en torno a los 4.000 m y dado que no tenemos la aclimatación suficiente todavía, hará que penemos bastante por esas laderas empinadas. Probablemente la primera noche en el base también sea dura, puesto que una subida tan drástica nos pasará factura en esa primera noche. No obstante, no hay mucho más que pensar. No hay un buen sitio intermedio para nuestra caravana de porteadores y es preferible llegar con todas las cargas en correctas condiciones hasta el lugar definitivo, que no ir dejando cosas por el camino, puesto que ellos solo quieren hacerlo en una etapa. Así pues, vamos a tratar de descansar todo lo posible en las pocas horas que nos quedan, que mañana promete ser entretenido.

Salvo este pequeño quebranto espiritual, por lo demás, todo está saliendo satisfactoriamente. Tenemos todas las cargas en casi perfecto estado, hemos podido filmar escenas muy bonitas y hemos disfrutado de un trekking bello que ya acaba. Dentro de unas horas cruzaremos ese umbral que separa la vida del valle de la alta montaña. Volveremos a ser habitantes de la morrena y aunque maltratados por la altura, pronto nos acostumbraremos a nuestra nueva situación. Ya os iré contando.»