Puya, nieve y más nieve. Carlos Pauner en el campo base de Manaslu

PUYA, NIEVE Y MÁS NIEVE. CARLOS PAUNER EN EL CAMPO BASE DE MANASLU

Noticia

08/04/2009

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Fuente:

carlospauner.com

«Me despierto perezosamente dentro de mi saco de dormir. Me cuesta unos minutos ubicarme correctamente. A ver, ah si, es verdad, estoy en el campo base del Manaslu. Una vez superado este quebranto espiritual, me asalta otra duda. Por qué no se ve luz, si ya tiene que ser de día? Uf, me lo temía, estamos cubiertos por una buena capa de nieve fresca».

«Sacudo la tienda y aparece una tenue claridad matutina. Salgo poco a poco y dedico mis primeros esfuerzos a desenterrar la tienda de toda la nieve caída durante la noche. Hay más de un metro y medio y parece que hoy va a seguir la misma tónica.
 
Cuando llegamos al campo base, hace una par de días, el tiempo era espléndido y pudimos observar en toda su plenitud la figura del Manaslu. Desde Sama, en algo más de 4 horas subimos los 1.400 m de desnivel que nos separaban de este lugar colgado a 4.900 m de altura. Colocamos todo provisionalmente y nos dispusimos a dormir esa primera noche en altura. Ayer, día propicio según los lamas del monasterio de Samagon, realizamos la ceremonia de la Puya. Todo se desarrolló según lo habitual. Al punto del alba subieron desde el monasterio un lama y su ayudante, con toda la parafernalia necesaria para la ceremonia, mantras, platillos, recipientes, incienso y tsampa. Por nuestra parte, ya habíamos construido un altar de  piedras adornado con las banderas de oración y habíamos preparado la ofrenda de alimentos y bebida. Sentados frente al altar y una vez colocadas las figuras hechas con tsampa y mantequilla, así como la ofrenda, comenzaron los cánticos rituales y los sonidos sordos de las oraciones. Se pide por la protección en la montaña, para que no ocurra ninguna desgracia y que los dioses que habitan en estos altos lugares sean benévolos y nos permitan alcanzar la cima y volver con bien de ella. Se fueron sucediendo las distintos fases ceremoniales y al final, todos puestos en pie, lanzamos al aire el arroz y la harina a modo de ofrenda. Luego la comida de buenos alimentos concluyó con esta ceremonia que fue una de las más largas que he podido presenciar en toda mi vida. Casi cuatro horas. No obstante, parece ser que la correlación entre duración y efectividad, de momento y con reservas, no es totalmente lineal. Con los últimos compases de la Puya, comenzó a nevar, al principio de forma imperceptible, pero luego ya de manera pesada y contundente. Y de este modo hemos pasado nuestras primeras horas en este campo base. Llevamos ya más de 24 horas de nevada y nuestra única dedicación de momento es la de desenterrar las tiendas cada cierto tiempo. Hemos acumulado mucha nieve y suponemos que por arriba será lo mismo. Así pues, por ahora, tranquilidad. Tiene que dejar de nevar y luego toda esta ingente cantidad de nieve caída tendrá que purgarse poco a poco. El Manaslu es una montaña muy peligrosa con nieve, así que hay que estar especialmente vigilante en este aspecto. Usaremos esa medicina tan utilizada en estos parajes y que por suerte o por desgracia conocemos tan bien, la paciencia..»